miércoles, 27 de agosto de 2008

Cuando 'no mola' ir de cámping

Cuando empecé a moverme por los infiernos parte de mis intenciones era recordar a esos países olvidados y esos conflictos de los que parece que ningún gobierno deba de acordarse. África era- y es-la palma de los descuidos. Es que ahí hay poco que se pueda explotar, sólo negritos haciendo collares.
Aunque no se me ha olvidado, y prometo volver con nuevas entregas, llevo un tiempo copada por otras cosas menos importantes pero sí más engorrosas (eso y el sobre esfuerzo que conlleva hacer las cosas bien con el calor... excusas, sí lo se).
El caso es que uno de los principales lugares de los que no me puedo olvidar es Tinduf y su campo de refugiados. Si hay algo que no consigo comprender es cómo pueden llevar 30 años unas personas en unas tiendas de campaña sin que nadie resuelva nada. No tiene sentido. Ningún sentido. Es absurdo. Naciones Unidas y sus 'vacíos legales'.
Pero yo, aún, no he estado en Tinduf y todo lo que pueda contar viene de la mano de lo que lea, vea y escuche. Aquí, sin embargo, os paso un cuento que me ha parecido maravilloso/horrible sobre Tinduf. Échadle unos minutos que merece la pena.

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