miércoles, 1 de octubre de 2008

Tranquila

Cómo aún no le había dado tiempo a colocar en su ventana unas nuevas cortinas que le gustaran realmente, los rayitos de sol que se dejaban entrever a primera hora de la mañana la despertaban despacio cada día. Poco a poco abría los ojos intentando desperezarse, haciendo esfuerzos sobrenaturales, hasta conseguir sacar la nariz por encima de las mantas que había colocado hacía ya dos semanas.
Acompasada, sus despertares no le permitían otra cosa, fue saludando a la mañana para que se portara bien con ella y no le trajera más quebraderos de cabeza que los que su huerto, su granja y sus paseos por la playa le ofrecían cada día.
Su habitación, tan vacía desde que él se largó con aquella joven alemana de piernas infinitas y turgentes pechos dorados, había sido redecorada por Matilde, la niña de sus ojos, con un estilo mucho más moderno de lo que a ella le hubiera gustado pero que aceptó sin problemas añadiéndole, sin embargo, algunos toques de ese pasado hippie de cuando le conoció en medio de un concierto.
El espejo en el que se controlaba las arrugas cada mañana le devolvió ese día una imagen desconocida para ella: y es que una sonrisa absurda y sin sentido aparente, llevaba envolviéndola desde que morfeo la había abandonado esa noche. Así que se recogió la melena negra en un moño desaliñado, se colocó el 'jersey de estar por casa', y se lanzó como alma que se lleva el diablo hacia la cafetera mientras abría las ventanas del resto de la casa. Y se dispuso a disfrutar del mejor momento del día...

Sin embargo, algo le rondaba la cabeza mientras tomaba esa primera dosis de cafeína... y es que ella notaba algo diferente al resto de las mañanas... algo que era inusual a esas primeras horas. Pasó el día imbuída en sus quehaceres habituales intentando, mientras, descifrar que había de extraño a su alrededor. Y pese a que los tomates, los pimientos, las lechugas y un par de cebollas seguían su curso biológico natural; los conejos roían igual las zanahorias de su comedero; los geranios estaban igual de bonitos que el día anterior, y había escrito su columna diaria para el periódico con el que colaboraba, algo raro pululaba a su alrededor.
Así que acabó el día y se dispuso a volver a la cama, destrozada, después de casi dos horas deambulando por los acantilados que había cerca de su casa donde, ya en esas fechas, era peligroso pasear a esas horas.

Una vez bajo las sábanas y dispuesta a leer unas páginas de la última parte de una trilogía fantástica sobre duendes, anillos y personajes de tierras milenarias (nadie entendía esa afición de ella por este tipo de literatura, tan distante de lo que pudiera aparentar) un relámpago le cruzó la cabeza y de un salto se sentó en la cama. Ya sabía que era aquello que la había mantenido inquieta durante todo el día: después de casi dos años, ese día no le había rondado ni un solo minuto un pensamiento sobre él y sus casi 25 años de feliz matrimonio.
Ese día, por fin, había conseguido estar tranquila.

3 comentarios:

lexu-jaime dijo...

Esto es el prólogo apócrifo de la versión especial para mujeres progres frente al desengaño de ¿Quién se ha llevado mi queso? Como comer queso?

Dale duro que te forras.

Su guapa dijo...

Eso me pasa por tener un blog... que así me puedes criticar públicamente!! ;-)

lexu-jaime dijo...

Pues fijate que me había gustado, pero era por tener claro el género, que si ahora me dices que es un roadbook, pues me quedo escuajaito