Mientras se despereza entre sueños, abrazos y caricias intenta, inútilmente, abrir los ojos y contemplar a su alrededor. Una noche, que se ha antojado demasiado corta, le ha supuesto una bonita, e interminable, jornada de bostezos.
Duermevela entre la realidad y los recuerdos nocturnos, esboza una medio sonrisa que deja algo oculto entre las pasiones, los sentimientos y el cansancio que le ha dejado la noche anterior.
Sin saber, ni tampoco importarle en absoluto, lo que va a pasar en la siguiente hora- o en los siguientes días- se esfuma de todo lo que tiene alrededor y se abandona a las imágenes que perduran en su retina, dejándose llevar durante algunos minutos más como si las sombras, aún, le rodeasen.
2 comentarios:
Y nadie le perturbo su ejercicio de somnolencia con un beso?
Esas ocasiones que no sabes si enfurecerte por violentar tu libre expresión de fatiga o agradecer y disfructar de los abios ajenos.
Me gusta leer esto, suena a azucar.
Siempre es mejor disfrutar de los labios ajenos...
A mi me sabe más a chocolate... pero por mi querencia...
Publicar un comentario