En una tierra muy lejana, hace muchos, muchos años, había una plebeya que fue entregada a un oscuro caballero, cuando ella era sólo una niña, para ser su esclava doméstica y, por supuesto sexual. En este lejano país se había abolido hacía dos años la esclavitud pero eso, a los padres y el amo de la plebeya, parecía no importarles.
Su señor la maltrataba y abusaba de ella, tratándola como a la peor de las alimañas. Ella, consiguió escaparse en un par de ocasiones de su castillo y volver con su familia, pero ésta la devolvía a las rejas de la fortaleza de su amo.
Un día, el señor se cansó de la hermosa joven y le otorgó la libertad. Ella quiso rehacer su vida y, superado el trauma, encontró a un apuesto caballero con el que iba a contraer matrimonio. Pero de repente, con las arras ya casi en mano, apareció el malvado: minitó e hizo creer a todo el mundo que ya estaba casada con él y, sin preguntarla, acusaron a la plebeya de bigamia.
Ella, cansada de tanto maltrato decidió denunciarle ante la corte de sabios de su país. Por fin, su amo fue condenado. Y la joven pudo ser feliz y comer perdiz.
Esto, ha pasado en Níger ahora. La condena internacional: 15.000 euros a Níger. ¿Y la familia? ¿Y el amo?
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