lunes, 10 de agosto de 2009

Café y pan con tomate

Hoy he vuelto del primer conato de mis vacaciones. Y es una mierda volver.
Es una mierda volver porque lo bien que lo has pasado, lo que has conseguido olvidar y lo que has aprendido parece que se ha esfumado con el sonido de mi despertador y, como mucho, te ves los deditos morenos delante del teclado que es lo único que te hace recordar que verdaderamente has estado de vacaciones.

Además vuelves de las vacaciones y ves que sigue habiendo muertes indiscriminadas en Oriente Próximo, que eso ya no es noticia y que allí nunca ‘es vacaciones’, que los sin nombre de la ETA siguen dando la nota para que les sigan sacando en los medios, que la justicia (sin mayúsculas) me sigue dejando de piedra cuando leo, escucho o veo alguna de las sentencias que dictan, que la crisis sigue, que otro chaval joven, deportista y en principio sano muere de repente y no se sabe por qué, que los que menos pueden menos tienen y que yo, por suerte (encima) me veo encerrada para bastante tiempo en estos infiernos últimamente menos calurosos.

Es cierto que también están esas cosas que te hacen reír, como los nuevos estudios entre células madre y el cáncer, que una niña le salva la vida a su madre, que Jacko va a poder pagar sus deudas después de muerto por la cantidad de ‘cosas’ (en general) ha generado- vaya cara de pasmo de la niña, jeje; o que resulta que una de mi pueblo es la periodista deportiva más sexy del mundo-telita también la foto que han usado los de elmundo.es.

De todas formas esto no es excusa porque estas cosas podía saberlas también desayunando café con (súper) pan y tomate en una terraza llena de geranios, tumbada sobre cualquier piedra o en el intermedio mientras me bañaba en una poza de agua verde turquesa.

Uff… hoy todo me da pereza.

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