miércoles, 5 de mayo de 2010

Una heridita...

He hecho varios intentos por escribir entradas de forma más o menos continua y asidúa para mantener el ritmo. Pero no ha cuajado la cosa y por unos motivos u otros al final no las he publicado.
Hoy hace dos años que entré a trabajar en mi puesto actual y gracias a eso decidí abrirme un blog. Un blog con un título un poco espeluznante... teniendo en cuenta que en Nasiriya la gente sí que vive un infierno real... pero bueno, de vez en cuando nos podemos adueñar de la demagogia y usarla en nuestro propio beneficio. El caso es que aquí estoy, dos años después sigo en el mismo puesto de trabajo. Y parece que he de agradecer dos cosas: la primera, que tengo puesto de trabajo (en un día como hoy en el que se hacen públicas las cifras del paro y parece que pese a que ha bajado durante el mes de abril la perspectiva pinta chunga, chunga... chunga); y la segunda, que mi situación laboral, en lo que al ámbito profesional se refiere, parece que ha mejorado. Por lo menos no ando ya 'entre legajos' pero se aleja bastante a mi idea de lo que era el periodismo. Esa profesión intrépida, entretenida, en la que cada día era una aventura y cada artículo escrito una manera de contarle a los demás tu manera de ver el mundo. Eso es una milonga de la que sólo disfrutan esos que han recibido los premios Ortega Y Gasset de Periodismo. Esos y otros tres más.
La cosa en la realidad es bastante diferente. Poca pasión, pocas ganas, poco entusiasmo y mucha decepción. No es lo que era... o igual era yo la que me imaginaba otras cosas. La que pensaba que al final la cosa sería diferente y yo me diferenciaría entre los demás. Pero, evidentemente, no. Si soy del montón, lo soy para todo. Y para esto también. Que no pasa nada... pero la espinita clavada en días como los de hoy hace que sangre un poquito. No demasiado, pero un pelín sí que sí.
Gracias a esto, eso sí, he conseguido disfrutar de mi vida. Respirar sin parar. Pero será que a veces me ahogo, me quedo sin aire y no puedo seguir. Entonces paro y miro alrededor. Y lo que tengo me alegra, me compensa y me hace sonreír. Ya no hace falta respirar tanto y tan profundo. Porque sonrío y soy feliz.
Pero la herida que dejó la espina sigue supurando. Y no sé si se va a curar.

No hay comentarios: